Me encanta ese programa, y se me había olvidado comentarlo, aunque creo que influyo en gran parte la admiración por las películas del abuelo de Diego, para que comenzara a ver este programa, pero ya una vez atrapada, le he agarrado el gusto…
Diego Buñuel, nieto de Luis Buñuel, ha sido corresponsal de guerra para la televisión francesa y ahora rueda documentales para ‘National Geographic’ sobre los ‘puntos calientes’ del planeta. Su estilo fresco y muy personal le está haciendo una estrella mediática. Desde París recorremos el mundo particular de Diego Buñuel.
Diego Buñuel, corresponsal de guerra
Diego Buñuel es nieto de uno de los mitos del cine, Luis Buñuel. Hijo de su hijo primogénito, Juan Luis Buñuel, también director de cine, ya retirado. Diego Buñuel nació en París en 1975, donde vive ahora. Estudió Periodismo y Ciencias Políticas en Chicago, más un máster en Oriente Próximo. Tras un tiempo como cronista de sucesos para periódicos estadounidenses y seis años de corresponsal de guerra para el canal 2 de la televisión pública francesa, rueda desde 2006 los documentales Don’t tell my mother… (No le digas a mi madre…), sobre puntos calientes del planeta.
Diego Buñuel ha creado un modelo de documental y de reportaje periodístico diferente, muy personal, muy próximo a la realidad cotidiana y a la gente más sencilla. Veámoslo en algunos casos:
“Pakistán es uno de los sitios con mejor comida y con gente más simpática, pero también uno de los más peligrosos. Lo hacen peligroso sólo un 10% de sus habitantes, pero son los que siempre salen en la prensa. Y esa manera de enfocar el periodismo, centrándonos en ese 10%, creo que es un error tremendo, porque distorsiona la realidad. Y la realidad no es blanca ni negra, tenemos que enseñar toda la gama de grises”.
Diego Buñuel y su abuelo (Luis Buñuel)
“Su lema [el de Diego Buñuel] es atender a la gente corriente; intenta romper estereotipos a través de ellos; proyectar la intrahistoria más que la historia que componen políticos y militares. Haciendo caso a ese 90%, cuenta cómo las sociedades son más tolerantes (y contradictorias) que los esquemas herméticos (y propagandísticos) de sus gobernantes”.
En el documental No le digas a mi madre… que estoy en Pakistán muestra un taller donde un grupo de mujeres musulmanas confecciona el material sadomaso para Occidente… [Más adelante], sigue el recorrido de Diego Buñuel por Pakistán: Un club nocturno en Karachi con hombres y mujeres bailando y bebiendo alcohol; entrevista a un travesti que resulta ser una estrella de la televisión, que presenta uno de los programas con más audiencia del país; un grupo de transexuales en Lahore, y la cadena de salones de belleza Depilex, atendida por mujeres que han sufrido el ataque salvaje de sus parejas, que les han quemado con ácido las caras…
Por lo que estamos viendo, el planteamiento de Diego Buñuel es bastante diferente al convencional. El documental sobre Irán, según su propio testimonio ha sido el más difícil: El documental de Irán vuelve a romper estereotipos. Diego Buñuel habla con un anticuario judío, con un mulá preocupado por cómo le sientan los trajes y con su hijo rapero, con una mujer taxista en Teherán y con un jugador de baloncesto de Tejas (hay 20 jugadores estadounidenses en equipos de baloncesto iraníes). Una vez más, la prueba de que la gente, el día a día de la sociedad, lo hace todo más relativo, tolerante y normalizado de lo que muestran los esquemas de la mayoría de la prensa. Y visita el Museo de Arte Contemporáneo, en cuyos almacenes guardan una gran colección con piezas de genios como Warhol y Magritte, pero cuya exhibición está prohibida.
Son reportajes curiosos, distintos, lejos del engolamiento que suele rodear a muchos corresponsales de guerra y grandes exploradores. Diego Buñuel sale permanentemente en pantalla, hablando con la gente, casi siempre con una sonrisa. “El humor es esencial para defenderte, para sobrevivir… Siempre se encuentra un resquicio para seguir adelante. Al principio recibí muchas críticas; que cómo me atrevía a salir así en pantalla, y de esa manera tan natural y fresca. Pude defenderme bien porque tenía mucho trabajo de periodista a mis espaldas”.
El episodio dedicado a los Balcanes es el que le ha quedado más dramático; pues ya desde el comienzo se ven los duros trabajos de identificación de cadáveres en fosas comunes. Pero Diego Buñuel sabe, incluso en Bosnia y Serbia, encontrar puntos de fuga, grietas por donde entra el aire en la vida cotidiana y desdramatiza la historia. “Es el humor de las pequeñas historias. El periodista debe ofrecer salidas, no presentar continuamente la realidad como un callejón sin salida, como el fin del mundo, algo a lo que nos tiene acostumbrados la prensa. Parece que cada día se va a acabar el mundo. Yo me siento como un trovador, alguien que va contando pequeñas historias con las que todos los seres humanos se pueden sentir identificados. No soy un notario que certifica de una manera fría los grandes hechos. No. Soy un trovador. Y no hay profesión más bonita en el mundo que la de contar historias. Y debemos saber contarlas, aportar perspectivas distintas. Vivimos en una época de transición, de adaptación a los nuevos formatos que nos ha traído Internet; pero el periodista no desaparecerá. La sociedad siempre necesitará gente que le sepa contar historias y con una ética; y eso no es el vale todo que se cuelga en la Red. Yo digo que hago infortainment (una mezcla de information y entertainment, entretenimiento, en inglés). Debemos saber atrapar la atención hasta el final”.
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