Debo admitir que no he visto muchas películas brasileñas, pero puedo afirmar que toda persona que esté en un caso igual hará bien en ver "Ciudad de Dios", indudablemente la mejor película brasileña de todos los tiempos, dicho por ellos mismos.
"Ciudad de Dios" nos muestra la historia de un grupo de amigos (y enemigos) en uno de los barrios más peligrosos de Rio de Janeiro. Estas "favelas" son auténticos ghettos, en los que el gobierno ha ubicado a la gente de menores recursos económicos, y la casi total ausencia de leyes (exceptuando la ley del revólver) y de la policía, han convertido estos lugares en focos de crimen y vicio. Sin embargo, son el hogar de miles de personas, y las mismas dinámicas que forman la sociedad "tradicional" se ven reflejadas y amplificadas en este inmisericorde ambiente, en el que el espíritu humano, la compasión y la violencia tienen su respectivo lugar.
La historia se centra en Petardo (Alexandre Rodrigues), Bene (Philippe Haagensen) y Ze Pequeño (Leandro Firmino da Hora) que desde niños comienzan su carrera criminal. Petardo, sin embargo, reconoce en la tragedia de su hermano que ese modo de vida no conduce a nada bueno, y busca alejarse de la comunidad criminal. Pero cuando el entorno completo gira alrededor de las pandillas, la droga y la corrupción, es difícil conseguir una nueva vida.
La dirección de Fernando Meirelles (¿y su co-directora Kátia Lund?) convierte a esta cinta en una auténtica obra de arte. Las composiciones, el manejo de cámaras y la edición contribuyen en tal forma al marco emocional de la cinta que parecería imposible haber conseguido el mismo impacto con una dirección más mesurada y sencilla. Evidentemente el director se entrenó en comerciales televisivos, pero esta es una de esas raras ocasiones en las que la técnica contribuye directamente a la narrativa, en vez de ser tan sólo un elemento "cool" que trata de disimular las fallas de la cinta, como tantas veces ocurre en el cine contemporáneo.
Los actores (auténticamente sacados de las favelas) presta un realismo espectacular, que aunado a su natural carisma consigue un elenco realmente brillante. Pero cualquier logro estilístico o histriónico sería inútil sin un sólido guión; afortunadamente también en eso triunfa "Ciudad de Dios". Basada en una novela inspirada en hechos reales, tal vez tenga un par de escenas demasiado convenientes y hasta un poco forzadas, pero el desarrollo orgánico de la trama es a la vez lógico, dinámico y totalmente creíble
Se ha dicho que "Ciudad de Dios" es similar a "Goodfellas", de Scorsese, pero me atrevería a decir que en algunos aspectos es superior. El impacto emocional de esta obra brasileña es más intenso, y la glamorización del crimen es tratada de modo más sutil, mostrando ese fenómeno como una trampa en la que es fácil caer, y casi imposible de escapar.
"Ciudad de Dios" combina excelentes actuaciones con una historia fuerte y profunda, cuya resonancia seguirá al espectador aún después de abandonar la sala. Y no me refiero a las obvias escenas de niños con armas de fuego, sino a la terrible desolación de ese modo de vida, que sin embargo ofrece cierta esperanza a quienes tienen la presencia de ánimo (y la suerte) de reconocer la espiral descendente en la que pueden caer si no tienen cuidado.
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