Saturday, June 18, 2011

Adele

La joven cantautora arrasa en Reino Unido con una portentosa voz que se atreve con el 'soul' y alguna incursión en el jazz.

El éxito de Adele Adkins (su nombre artístico es Adele a secas) fue cantado a los cuatro vientos bastante antes de la aparición de su primer álbum, 19, que se ha visto aupado al número uno de ventas en el Reino Unido. Frente a toda suspicacia, valga confirmar que la joven cantautora londinense (el título del disco alude a su edad) no es un bombón con aspiraciones artísticas fabricado por la mercadotecnia de una gran multinacional discográfica. Dotada de una personalidad tan contundente como su voluminoso físico, Adele ha merecido el interés de la industria gracias a su sensual y portentosa voz, rebosante de matices.

Sus cuerdas vocales son capaces de expresar todo el poderío del soul, se atreven con algunas incursiones jazzísticas y demuestran una emoción y aplomo que le han valido reiteradas comparaciones con ese fenómeno que encarna Amy Winehouse. Los más aventurados, citan nada menos que los nombres de Etta James o Ela Fitzgerald como referente, una licencia exagerada cuando la propia aludida admite que está todavía por cocer.

Adele comenzó el que va a ser su gran año con uno de los premios de la crítica británica a sus espaldas, y el vaticinio de la BBC de que su estrella será la que más brillará en 2008. Este último baremo se ha revelado certero en sus anteriores ediciones, apuntando a los entonces incipientes Kaiser Chiefs, Keane o los Klaxons. Todo ese revuelo se vio avalado con la salida a la venta de su primer single, Chasing Pavements, que la consagró como firme promesa y que ha estado en el segundo puesto de los superventas.

El siguiente trabajo, 19, avala ese veredicto, aunque también ha puesto las cosas en su sitito: el grueso de la crítica apunta a que los temas de la cantautora no parecen destinados a perdurar. Son baladas melancólicas sobre el amor y su corazón roto a manos de un incomprensivo noviete bisexual, pero los interpreta con tal arrojo y autoridad que nadie cuestiona su enorme madera de artista y talento innato.

El estreno de Adele es el primer fruto de su colaboración con el sello XL. La discográfica había tanteado a la cantante cuando todavía estudiaba en la Brit School of Performing Arts de Croydon, que tiene entre sus famosos ex condiscípulos a la propia Winehouse y a Kate Nash.

"Mi escuela secundaria era bastante dura y tenía como principal ambición que las alumnas no nos quedáramos embarazadas. No estimulaban precisamente, por eso me enrolé en Croydon", explica Adele con candidez. Sólo había pulido tres canciones (Daydream, My Same y Hometown Glory) cuando firmó con su actual compañía, pero ya entonces contaba con multitud de adeptos en el universo cibernético de MySpace, donde colgó sus primeros temas.

Al cabo de un año, Adele era invitada a compartir escenario con sus admirados Björk y Paul McCartney en el programa televisivo de Jools Holland, un popular show del viernes por la noche que seguía en su adolescencia con el preceptivo permiso de su madre. Ambas siguen viviendo en su domicilio familiar del sur de Londres, circunstancia que Adele subraya como signo de normalidad aunque los hechos le contradigan. Se sabe que el manager de las Spice Girls -sus ídolos de infancia- intenta cortejar a la artista, quien se ha visto obligada además a contratar con urgencia a un publicista en Nueva York después de que el propio Kanye West proclamara sus virtudes al otro lado del Atlántico.

Propietaria de unos intensos ojos verdes y decididamente despreocupada ante los comentarios sobre su peso ("no necesito lucir una talla cero para estar guapa"), Adele asegura estar preparada para no caer en la trampa de la fama. Tampoco atiende a la decepción de muchos de sus admiradores cuando insisten en que su alma no pertenece al soul -para el que parece haber nacido-, sino al pop. A saber, la voz que podría alardear de los gustos más sofisticados asegura que sus dos grupos favoritos son las spice girls y las Destiny's Child.

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