Nunca tuve 3.000 pares de zapatos, eran 1.060", aclaró Imelda Marcos, esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos, en 1987. La viuda, de 78 años, tenía previsto estrenar ayer una línea de complementos de moda diseñados por ella: joyas, bolsos y, por supuesto, zapatos.
Mientras el pueblo filipino vivía en la miseria, con un PIB per cápita de 570 euros anuales, Imelda llevaba una vida opulenta. El cielo era el límite, y en 1981, el matrimonio Marcos compró el edificio Crown, en la exclusiva Quinta Avenida de Nueva York, por 39 millones de euros, y el centro comercial Herald por 46 millones. Imelda recorría el mundo para satisfacer sus caprichos, con fondos presuntamente públicos.Imelda asegura que ha dejado atrás su gusto por las tiendas con precios prohibitivos y que hoy es una asidua visitante de los mercados callejeros. Este renacimiento de Imelda hace que en su línea de joyas, por ejemplo, mezcle partes de su extenso joyero con artículos que ha encontrado en la calle. Su hija Imee y su nieto Martin Manotoc califican las creaciones de Imelda como "hermosas". ¿Qué van a decir? El adorable nieto, según Imelda, es el responsable de que se haya embarcado en esta empresa, pues constantemente alaba la habilidad de su abuela con las tijeras. La colección Imelda está pensada para ser asequible a todos los bolsillos y las prendas costarán entre 15 y 78 euros.
Una revuelta popular depuso al dictador Marcos en 1986 y se exilió en Hawai, donde murió en 1989. Un año después, su familia se instaló de nuevo en Manila, donde la viuda intentó en 1992 ganar en las urnas la presidencia perdida por su marido. En la víspera de ese fracaso electoral acuñó la frase: "Ganemos o perdamos, nos vamos de compras después de las elecciones".
El Gobierno filipino ha recuperado 1.250 millones de euros, en bienes y metálico, amasados por los Marcos durante los 20 años de dictadura. La comisión encargada de recuperar la fortuna de los Marcos estima que ésta asciende a 3.400 millones de euros. Imelda fue condenada en 1998 a 12 años de prisión por enriquecimiento ilícito, aunque ganó la apelación y desde entonces vive apaciblemente en Manila. Ha sido diputada, al igual que dos de sus hijos, y el próximo año posiblemente aspire a la alcaldía de la capital.
Imelda Marcos rechaza las acusaciones de corrupción y asegura que sus costosos gustos corrían a cargo de la fortuna personal de su marido. Quizá Imelda pasará a la historia, aunque no necesariamente en el campo histórico, como ella dijo en 1989: "Mi nombre aparecerá en el diccionario algún día. Usarán la expresión 'imeldífico', que querrá decir 'extravagancia ostentosa".
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