Saturday, June 18, 2011

Juan García Esquivel

Tampiqueño como yo.  Era el hombre de los lentes negros. Unos enormes anteojos de pasta que se convirtieron en su sello. Al final ya no los usaba, una operación le corrigió la vista.


 

Juan García Esquivel nació en Tampico en 1918. Murió el jueves 3 de enero de 2007, en Cuernavaca, pero los medios de comunicación lo dieron a conocer hasta el miércoles 9. Visionario adelantado a su época, figura de culto en Estados Unidos y Europa, el músico es todavía un gran desconocido en México. Sin embargo, sus composiciones han estado en el inconsciente de varias generaciones, a través de sus trabajos para famosas series de televisión. De su autoría son los temas de El hombre nuclear, Kojak, Los Picapiedra, Columbo, Dinastía y La familia Monster, por mencionar algunos. Incluso hizo canciones para el popular programa infantil Odisea Burbujas. Durante la década de los sesenta fue uno de los protagonistas del llamado space age pop. Sus excéntricos arreglos (lo mismo incluía percusiones latinas que guitarras surf) para temas clásicos como "Malagueña", "El cable", "Night and day" y "Estrellita", aunados a sus propias y singulares composiciones, entre las que destacan "Mini skirt", "Mucha muchacha" y "Guanacoa" (aquella que dice: "A Guanacoa me voy, aunque no haya carretera") se escucharon durante la época de oro de las orquestas.
     Tras vivir en Las Vegas durante 14 años, donde presentaba su show en el Stardust, Esquivel regresó a México. Después de realizar los temas de la mencionada Burbujas, se autoexilió en Cuernavaca. No obstante, el genio de Esquivel resurgió junto con el revival que la música lounge experimentó en los noventa. Sus discos fueron editados en compacto (entre ellos, Cabaret mañana, Music from a sparkling planet y See it in sound), Rolling Stone lo entrevistó, Microsoft utilizó su música para el programa Windows 95 y personalidades que van de Matt Groening (creador de Los Simpson) a Bono de U2 y Tarantino se vieron influidas por su trabajo. En una entrevista le preguntaron qué pensaba sobre la revalorización de su música, y contestó: "Esto prueba que no estaba equivocado, aunque tuve que esperar 35 años para ser descubierto."
     Curioso: el segundo aire de Esquivel coincidió con su operación de los ojos. La miopía se la habían curado a más de uno.
La música lounge nació en Las Vegas a mediados de los años cincuenta. Louis Prima, Martin Denny, Lex Baxter y, por supuesto, Esquivel, entre otros, mezclaron géneros como el swing, el jazz, la música de orquesta, el bossa nova y el mambo, y le dieron banda sonora a un estilo de vida que marcó toda una época: la de los clubes nocturnos donde galanes con pinta de 007 seducían a chicas con pinta de Ava Gardner, mientras sostenían en sus manos helados y transparentes martinis. Un tiempo de hedonismo sofisticado, que figuras de la talla de Frank Sinatra y Marlene Dietrich aderezaron con sus juergas y chismes sexuales —el Hollywood actual todavía añora aquellos escándalos.
     Una de las corrientes de la cultura lounge ("fiestera", "comodina", "vagabunda") que más prosperó fue la exótica: muebles que imitaban la piel de las cebras, zapatos con las motas encendidas del leopardo, máscaras africanas que colgaban de las paredes y misteriosos sonidos que parecían provenir de islas remotas. Yma Sumac fue la suma sacerdotisa. Su poderosa voz de soprano se elevaba sobre candentes mambos logrando un inquietante y genuino contraste.
     En México, el gran representante del estilo de vida lounge fue Mauricio Garcés ( quien por cierto también es Tampiqueño). Su afán de conquistar mujeres en las playas de Acapulco —acompañado de su infalible escudero Pelayo—, las casas art déco y la música de sus películas llegan a causar sensación en las nuevas generaciones.


     Toda esta cultura sucumbió a principios de los setenta, con la aparición de la música disco, y posteriormente quedó sepultada en los ochenta. Pero, como decíamos, los noventa fue el tiempo del regreso. Antes de morir, el siglo XX le dio una segunda oportunidad al lounge e insólitamente volvió a ponerse de moda: las cocteleras se desempolvaron en los bares, Capitol lanzó la serie de recopilaciones históricas bautizadas como Ultra-lounge, aparecieron grupos como Combustible Edison y Frenchy, y dj's como Dimitri from Paris, que le dieron al lounge su tono finisecular. Hasta Hugh Hefner revivió de sus cenizas, y con él las míticas bacanales en la Mansión Playboy...
Y la fiesta, sin duda, seguirá, siempre y cuando haya gente dispuesta a pasar las noches bebiendo martinis a ritmo de Esquivel.

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